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sexta-feira, 10 de dezembro de 2010

La Vida

Es, sin duda, la más asombrosa magia que haya conocido hasta hoy, y… lo encantado que estoy por conocerlo.
Hablando de momentos que marcan una vida, podría hablar de muchos, porque creo que he sido, hasta el momento, un afortunado por tener una vida llena de acontecimientos significativos:… como un árbol en un bosque y otro... y otro... Cada árbol… es una nueva sensación que nace, es un momento que marca, y… tengo algunos en mi vida, pero… ¿el nacimiento de un hijo? – Si, eso es el bosque.
Mi vida ganó una razón más fuerte.
Descubrir ese bosque descubriéndome a mí mismo, será sin duda el objetivo de una vida.
Ahora ya respiro mejor, he vuelto a
sentir el olor, ya veo cosas que no podía ver, he abierto una caja pequeña que tenía guardada en el fondo de mi ser, donde tenía guardado religiosamente estos sentimientos tan puros. El afecto, la risa de la niñez, el amor como una camiseta roja… de pasión.
Sí… prometo que voy a beber…
Ese cáliz de sangre por la vida…
Sí… enrojecer…
Con este sol que llegó a despertar el desierto,
Sí… lucharé…
Por toda la sombra de este bosque,
Sí… bucearé…
En este mar… en un buceo sin fin.

La preocupación que me aborda, no es suficiente para sentir miedo, pero… lo siento, es difícil, porque sólo al final, sabré si pude estar al nivel de esa grandiosa responsabilidad.
La vida es demasiado corta y… vivirla sin ese sentimiento, sin esa pasión, sin esta complicidad y amor, sin nadie por quien cambiarnos la vida, no sería el mismo.
Eduardo, éste es el nombre de ese bosque de encantos y escondites, nacido el 7 de octubre de 2000.
Con este nacimiento, mi vida cambió, sin saber todavía si estaba preparado para tal cambio.
Por todo lo que representa, por todo lo que viene a la mente, por todo lo que sufra y lo que sienta en el corazón, por toda la responsabilidad sobre la vida que nace, por implicación, por todo lo que se refleja, por todo lo que he expresado, pues...
Dejar de ser niño y… convertirme en padre, es sin duda la demanda más grande de mi vida.
Ya hay plantado muchos árboles, he escrito un libro, ya tengo un hijo.
Seguiré escribiendo, seguiré plantando árboles.
¿Volveré a tener un hijo?
Ya el viejo sabio lo decía… Primero, hay que buscar la carretera principal...! Puede ser que alguno de esos caminos por donde camines, lleguen a él.
Si no descubres ese camino que te lleve a la carretera principal…
Busca otro…
Y otro…
Y otro…

Vítor Guerreiro
Martes, 14 de septiembre 2010.

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